Qué comer durante el tratamiento de cáncer

¿Cómo debe ser la alimentación de una persona que se somete a un tratamiento oncológico? ¿Qué consejos y recomendaciones debe seguir? ¿Cómo mantener un estado nutricional óptimo?

Aquí encontrarás información, consejos y recomendaciones para adaptar la dieta al tratamiento.

La mayoría de los tratamientos son largos y combinan diferentes terapias que, a su vez, pueden provocar diversos efectos secundarios en el paciente. Las recomendaciones alimentarias generales son similares para todos los tipos de procesos oncológicos y las fases del tratamiento. Aun así, se deben adaptar según vayan apareciendo los diferentes síntomas o efectos secundarios del tratamiento.

Sea cual sea el tipo, localización o fase del tratamiento (si no existe alguna recomendación concreta para el caso particular), la recomendación es seguir una alimentación sana y equilibrada, que contenga alimentos de todos los grupos en la cantidad y frecuencia adecuadas.

 

UNA ALIMENTACIÓN ADECUADA DURANTE EL TRATAMIENTO AYUDA A:

Obtener los nutrientes necesarios para el buen funcionamiento del organismo

 

Mantener un buen estado nutricional

 

Mantener un peso adecuado

 

Mantener
el organismo bien hidratado

 

Tolerar mejor el tratamiento y efectos secundarios que provoca

 

Combatir mejor posibles infecciones

 

Mantener la calidad de vida a lo largo del tratamiento

 

Una alimentación saludable y equilibrada, con alimentos de todos los grupos en las cantidades y frecuencias adecuadas, es la que aporta todos los nutrientes necesarios para el buen mantenimiento del organismo y sus funciones, y al mismo tiempo asegura la energía y las proteínas indispensables para mantener un buen estado nutricional.

A continuación, se presentan los diez puntos clave sobre la alimentación a seguir durante el tratamiento de cualquier tipo de cáncer, que deberán irse adaptando según la aparición de los posibles efectos secundarios del tratamiento, las complicaciones o situaciones concretas derivadas de la localización del tumor o las patologías previas como alergias o intolerancias, diabetes, problemas cardiovasculares o enfermedad renal, entre otras. Es imprescindible consultar con un especialista en nutrición la idoneidad de estas recomendaciones.


Los 10 puntos clave sobre la alimentación a seguir durante el tratamiento de un cáncer
1

Realizar entre 4 y 5 comidas al día, preferentemente ligeras y no copiosas.

2

Consumir frutas y verduras a diario. Estas son la principal fuente de vitaminas, antioxidantes y fitonutrientes de la alimentación, a la vez que una excelente fuente de minerales, fibra y agua.

3

Asegurar un adecuado aporte proteico para hacer frente a los tratamientos, reparar tejidos y mantener o recuperar la masa muscular.

4

Realizar comidas completas para asegurar que se sigue una alimentación lo más equilibrada posible.

5

Hidratarse. Beber es imprescindible, especialmente durante el tratamiento, ya que es necesario mantener las células del cuerpo bien hidratadas.

6

Limitar el consumo de productos ricos en sal, azúcar y/o grasas saturadas, como algunos platos precocinados, el azúcar de mesa, la bollería industrial, los dulces, los refrescos azucarados o los snacks muy salados, entre otros, ya que aportan menos nutrientes imprescindibles y más calorías, lo que podría contribuir a un aumento indeseado de peso.

7

Seguir normas y medidas de seguridad alimentaria para evitar infecciones. Hay que tener en cuenta que a veces durante el tratamiento pueden disminuir las defensas, por lo cual es necesario extremar las medidas de higiene para reducir el riesgo de sufrir alguna intoxicación alimentaria.

8

Elaborar preparaciones culinarias ligeras, de fácil digestión, pero sabrosas.

9

Comer en compañía. Sería deseable realizar una de las comidas del día, como mínimo, con familia o amigos alrededor de una mesa.

10

Realizar actividad física de manera regular. Mantenerse activo y realizar ejercicio físico contribuirá a mantener la masa muscular y la mineralización ósea. Además, ayuda a sentirse mejor y a preservar la funcionalidad para llevar a cabo las actividades cotidianas.