Hipertensión

La hipertensión se define por el aumento de la presión arterial, cuando los valores superan los 140/90 mmHg, y es uno de los síntomas que puede aparecer con las terapias hormonales utilizadas para tratar el cáncer de próstata. Para su control es necesario disminuir al máximo, e incluso evitar, el consumo de sodio, y, por lo tanto, de sal (cloruro sódico), y a la vez llevar una alimentación cardiosaludable.

¿QUÉ TE RECOMENDAMOS?

Limitar el consumo de alimentos ultraprocesados y comidas preparadas, y priorizar siempre los productos frescos, ya que la mayor parte del sodio que consumimos en la alimentación viene de la sal añadida en los alimentos procesados.

Alimentos aconsejados y desaconsejados en hipertensión
Grupo de alimentos Aconsejados Desaconsejados
Cereales, legumbres y derivados Arroz (blanco o integral), fideos de arroz y pasta de trigo (refinada o integral), avena, quinoa, etc.
Patata, tapioca, boniato.
Legumbres secas (lentejas, garbanzos, judías, habas).
Pan sin sal (integral o blanco).
Pan, palillos o biscotes con sal.
Bollería y pastelería.
Cookies.
Patatas chips, ganchillos y otros snacks.
Masas y pizzas comerciales.
Platos precocinados o listos para comer.
Productos preelaborados a base de legumbres.
Hortalizas y frutas Todas (crudas o cocidas). Vegetales en conserva, zumos de verduras y/o frutas envasadas.
Caldos de verdura, sopas o cremas envasadas.
Aceitunas.
Frutas en conserva, zumos de frutas envasadas.
Carne, aves de corral, pescado y huevos Pescado azul y blanco.
Pollo, pavo, conejo.
Ternera, buey, cordero o cerdo magras (una vez a la semana; hay que elegir entre estas opciones).
Huevos.
Con moderación (máximo una vez a la semana):

  • Marisco: mejillones, almejas, calamar, sepia, gambas…
  • Productos de lata o conserva al natural y sin sal: atún, caballa, bonito, sardinas.
Todo tipo de embutidos o charcutería: chorizo, salchichón, mortadela, jamón salado, jamón dulce, etc.
Todo tipo de productos de lata o en conserva: atún, caballa, sardinas, anchoas, berberechos, almejas, paté, etc.
Vísceras o pequeños: riñón, hígado, cerebro.
Lácteos y derivados Leche semidesnatada o desnatada.
Yogures desnatados y sin azúcares añadidos.
Quesos bajos en sal (quesos frescos tipo Burgos, requesón).
Cuajada.
Kéfir.
Quesos tipo manchego, emmental, bola, parmesano, roquefort, mozzarella, crema de queso para untar, quesos en porciones, etc.
Nata, flanes, natillas, cremas y batidos. Leche condensada.
Grasas Priorización del aceite de oliva virgen.
Frutos secos naturales.
Mantequilla, margarinas, mayonesas y aliolis envasados, salsas comerciales.
Frutos secos con sal o tostada o frita.
Bebidas Agua sin gas.
Infusiones, zumos naturales y caldos sin sal.
Bebidas vegetales: de avena, soja, almendras, etc., sin sal añadida.
Con moderación: café y té (máximo 2-3 al día; hay que elegir entre estas opciones).
Aguas carbonatadas (con gas).
Bebidas isotónicas o energéticas.
Bebidas alcohólicas de alta graduación (whisky, ginebra, ron, etc.).
Zumos de frutas comerciales.
Azúcar y dulces Cacao en polvo 100%.
Chocolate con más del 70% de cacao, sin azúcares.
Cacao en polvo instantáneo.
Bombones.
Chocolate con menos del 70% de cacao.
Bollería industrial.
Productos dulces comerciales en general.
Con moderación: azúcar, miel, mermelada, pastelería casera.
Salsas Salsas tipo mayonesa y aliolis caseros sin sal. Todo tipo de salsas comerciales: ketchup, mayonesa, mostaza, salsa roquefort, barbacoa…
Condimentos Hierbas aromáticas frescas o secas: orégano, perejil, cilantro, tomillo…
Especies: comino, canela, pimienta…
Mezclas de especias sin sal añadida.
Mezclas de especias con sal añadida (algunos tipos de curry).

Cocinar sin sal y evitar poner el salero en la mesa. Al principio costará acostumbrarse, pero el paladar se irá adaptando. Para ello:

  • Condimentar las comidas con especias aromáticas (pimienta, pimentón, nuez moscada, canela, azafrán, mostaza, jengibre…); hierbas, tanto frescas como secas (romero, tomillo, orégano, laurel, menta…); aliáceos (ajo, cebolla, chalota…), y cítricos, tanto su zumo como la ralladura de la piel (limón, naranja, lima…).
  • Marinar las carnes y los pescados tanto antes (macerado) como durante (escabeches…) o después de la cocción, con ácidos como vinagre, cítricos, yogur…
  • Optar por técnicas de cocción que concentren más los sabores, como la plancha, el vapor, el horno, el papillote o el microondas. Aprovechar al máximo los aromas generados gracias a las cocciones en sí: tostar bien los huesos o las verduras antes de hacer una sopa, caldo o crema de verduras.
  • Tener herramientas culinarias preparadas tan versátiles como aceites aromatizados, mezclas de especias o salsas y aliños caseros como vinagretas. Para elaborarlos:
    • En el caso de especias o hierbas secas, calentar aceite de oliva virgen en un cazo a fuego lento hasta que coja un poco de temperatura (sin que llegue a quemarse). Una vez temperado, apartar del fuego, añadir las especias y/o hierbas secas y dejar macerar a temperatura ambiente durante uno o dos días.
    • En el caso de hierbas frescas, simplemente picarlas y mezclarlas bien con el aceite o directamente triturarlas.
  • Optar por combinar en las diferentes elaboraciones alimentos que potencien el resto de los sabores: ácido (vinagre, zumos de cítricos), dulce (mermeladas, frutas deshidratadas, miel…), amargo (café o chocolate negro), umami (setas, caldos de carne caseros, tomate deshidratado) o combinaciones de estos, como salsas agridulces como chutneys.

Como las sales vegetales comerciales con mezclas de sal común o sodio (Na), las sales sustitutivas (sal de cloruro potásico), el glutamato monosódico o los cubitos de caldo (de carne o vegetales).

Aunque la recomendación indica priorizar los alimentos frescos y mínimamente procesados, si se consumen alimentos procesados, es importante conocer la cantidad de sal que aportan a través de su etiquetado nutricional para hacer la mejor elección.
Según el Reglamento (CE) 1924/2006, de regulación de declaraciones nutricionales en el etiquetado de los alimentos, un producto se puede considerar bajo en sal si contiene menos de 0,3 g de sal por 100 g o 100 ml (o 0,12 g de sodio por 100 g o 100 ml).

La hipertensión es un síntoma que suele aparecer junto con la hiperlipemia y las hiperglucemias. Este fenómeno se denomina síndrome metabólico, y deberán considerarse diferentes aspectos conjuntamente para asegurar una alimentación adecuada.